Juli y Talavante: Como en casa en ningún sitio.
Pocos kilómetros separan la finca de El Juli (El Freixo) y la de Alejandro Talavante (Los Arrifes) del ruedo oliventino. No les hizo falta noche de hotel ni horas de carretera. Con la motivación extra de torear "en casa" rompían el paseillo pasadas las 5:30 junto a Emilio de Justo.
El Juli arrancaba una tarde especial para el, ya que comienza su temporada del 25ª aniversario de su alternativa. De verde oliva y plata, traje que ha lucido en faenas históricas, recibía al primero de una corrida de Garcigrande, de desigual juego y bajo peso, templándolo a la verónica. Quite por chicuelinas y remate a la media verónica en una tarde en la que destacó el toreo de capa, tan olvidado en los últimos años. Julian supo entender al primero de su lote realizando una faena que quizá muchos no hubieran intentado y es que la experiencia de llevar veinticinco años en la cima del toreo siempre se nota. Con mucha calma y paciencia le encontró el pitón izquierdo, el bueno, y el público comenzaba a meterse de lleno en la tarde. Estocada baja y algo desprendida que le valió la oreja.
Mejor y más inteligente, si cabe, estuvo con el cuarto de la tarde. Por redondos genuflexos arrancaba la faena de muleta ante un animal muy cuidado en varas. Lo lidió al natural con gran lentitud dejando un cambio de mano para el recuerdo. Se fue a por la espada y el toro no se cuadraba, con ganas de más. Tras sonar el primer avisó y despúes de una estocada algo trasera, lo descabelló. Oreja que pudieron ser dos si el público no se hubiese enfriado al final.
También arrancaba la temporada en España un Alejandro Talavante que viene de un 2022 con altibajos. La expectación con el vuelve a ser máxima. Con el primero de su lote, de Domingo Hernández, volvió a demostrar su versión más lúcida e improvisada con el capote. Llevaba peligro en la muleta pero aún así la permitió lucirse con unos naturales con la mano baja. Necesitó del descabello tras una estocada. Saludó una ovación.
La locura vendría con el quinto de la tarde y segundo del lote del pacense. El ruedo oliventino parecía un caldero cuando el diestro echó rodillas a tierra y se pasó a la res muy cerca con un cambio de mano que paró el corazón de más de un aficionado. Y, tras el fuego, la lentitud. Ya de pie, sacó Talavante su mano izquierda, la del guante, la que conquistó Madrid e hizo afición en muchos lugares de España y el mundo. La plaza ya estaba rendida cuando Alejandro empezó a gustarse, a improvisar, a volver a ser el con esos derechazos mirando al tendido, tan marca de la casa. Para finalizar, unas bernadinas muy ceñidas que pusieron a la plaza en pie. Ni el pinchazo evitó las dos orejas. Con un precioso purísima y oro, Talavante vuelve a tocar el cielo.
Peor suerte tuvo Emilio de Justo que se llevó los dos peores toros de la corrida. Aún así, quedó su sello con unas serie a su primero con unos genuflexos muy de Madrid antes de que el toro se rajase. Más peligro tenía el sexto de la tarde, también de Domingo Hernández, que le dio una voltereta muy fea que por momentos recordó a la de Las Ventas que le costó perderse casi toda la temporada. Aquí, por suerte, pudo acabar la faena. Saludó dos grandes ovaciones y se marcha con el cariño del público extremeño.
Salían los dos triunfadores a hombros despúes de una tarde que tuvo de todo, incluyendo broncas en los tendidos debido a que había más gente que aforo. Un año más.
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