REFLEXIONES SOBRE UN SAN ISIDRO AMBIGUO

 Tras varios años deseando un San Isidro postpándemico por fin comenzaba el domingo 8 de mayo que ahora tan lejano nos parece. Una feria que contaba con casi todas las figuras, las promesas y los toreros que aún han de consagrarse. Veintinueve tardes en la mejor plaza del mundo. Si dicen que el toreo cada vez pierde más gente que echen un vistazo a las estadísticas de asistencia en esta feria: casi una decena de sold out y una media de público muy buena con políticos y artistas de diversas ideologías, lo que vuelve a dejar claro que los toros es la fiesta de todos.

Era el San Isidro del regreso de Talavante, el de Emilio de Justo que finalmente no se pudo dar y el del mejor momento de Morante. Solo este último ha respondido a las expectativas con una notable faena a un toro de Alcurrucén en la corrida de la Beneficiencia que provocó el regreso de SM Felipe VI. De las figuras, además del diestro de La Puebla, solo El Juli y Roca Rey han destacado pudiendo llevarse dos puertas grandes por coleta. Para el recuerdo va a quedar siempre la faena de El Juli a la res de La Quinta con unos naturales que todavía perduran.

No ha sido la mejor feria en estocadas. El pinchazo se ha convertido en algo habitual y ha privado de muchos triunfos. Los triunfadores de la feria traen savia nueva. Tomás Rufo se alza en Madrid como uno de los toreros con el que contar en cada feria, su camino hacia el cielo ha sido corto pero trabajado. No cuenta ni con un año de alternativa y ya ha tocado la gloria en Sevilla y Madrid. Hasta donde quiera llegar depende de el. 


El otro triunfador, además de ser la revelación, fue Ángel Téllez que bordó el toreo al natural ante un toro de Arauz de Robles y se ganó una de las vacantes que dejó Emilio de Justo. Fue en su segunda tarde cuando surcó el cielo madrileño.

En cuanto a las ganaderías, enésimo petardeo de Juan Pedro Domecq, una ganadería al que se le va acabando el poco crédito que tiene y que cuente por petardos casi todas sus tardes desde hace unos años. Hay toreros que deberían saber de antemano que con estos toros que salen ya derrotados del caballo pocas posibilidades de expresar su concepto van a tener. Quizás sean tiempos de apostar por ganaderías como La Quinta. Bien los de Alcurrucén con su peculiar forma de reservar sus embestidas para el final de la faena o los de Garcigrande. 

Destacar a los banderilleros que han dejado pares de ensueño como los de Sánchez u Otero. En general, gran nivel de los subalternos.


Finaliza, como dice el título, una feria ambigua que deja una segunda parte de la temporada con todo abierto.

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